ESTRENO: 20 DE DICIEMBRE DE 1962
(Cine Lope de Vega, Madrid)
Producción: Pedro Masó Producciones Cinematográficas
Director: Fernando Palacios
Argumento, guión y diálogos: Rafael J. Salvia, Pedro Masó, Antonio Vich
Musica: Adolfo Waitzman
Duración: 1 h 44 min
Lugares de rodaje: MADRID y TARRAGONA
“Esta película ha sido declarada de interés nacional”
Cuando Carlos va a cobrar la paga extraordinaria de Navidad (los puntos) por familia numerosa mantiene una conversación con el empleado que le abona el importe en efectivo. La conversación es la siguiente:
Empleado: “Si hubiera muchos como usted, pronto se arruinarían los contribuyentes españoles”.
Carlos: ¿Y usted cuántos hijos tiene?Empleado: Ninguno, preferí quedarme soltero.Carlos: Pues si hubiese muchos como usted, muy pronto no quedarían ni contribuyentes, ni españoles, ni nada”.
Madrid. Carlos Alonso (Alberto Closas) y Mercedes Cebrián (Amparo Soler Leal) son los padres de una familia de quince hijos. Todos viven con el abuelo (José Isbert) y dependen económicamente del trabajo de Carlos como aparejador, ya que todos los hijos están estudiando, la pequeña pensión de jubilado del abuelo y la ayuda de Juan (José Luis López Vázquez), el padrino de cinco de los hijos. La película muestra diferentes escenas de la vida cotidiana de la familia Alonso y que refuerzan los diferentes papeles dentro de la familia tradicional del franquismo: el trabajo continuo de Carlos y sus dificultades para cobrar los proyectos que realiza en el estudio, la compra en el mercado de Mercedes, la preparación de la primera comunión de algunos de los hijos, las primeras relaciones amorosas de los hijos mayores, la atención del abuelo hacia sus nietos, etc.
Pedro Masó, productor de la película, decidió crear su propia productora en 1961 con el objetivo de crear una película que pudiera crear y decidir él desde el principio hasta el final: «Voy a establecer mi marca y producir una película Pedro Masó S.A.» Sin embargo, solo disponía de un capital del 2.000 pesetas, por lo que hizo una visita al Banco Pastor para pedir un préstamos con idea de hacer una película sobre un matrimonio que tenía quince hijos y eran felices. El banco no se prestó a ayudarle y tuvo que pasar un año hasta que pudo reunir el dinero para levantar el proyecto. Desde la dictadura franquista se incentivaban los nacimientos y la familia numerosa se había convertido en el modelo a seguir.
Familia feliz y niños, muchos niños, eran los dos elementos fundamentales del guion de la película que, si bien estaba construido sobra la base de esos tópicos aceptados comúnmente en la época, evitaba cualquier profundización en la problemática de las relaciones familiares, las crisis de la adolescencia o los enfrentamientos generacionales, aunque manifestaba, como apuntó Fernández Méndez-Leite, una evidente habilidad en lo que se refiere a la concatenación de sucesos, dosificación de sentimientos y sensaciones. Positiva, optimista y hasta rosa de una realidad que era mucho más amarga, sintonizó plenamente con el optimismo opusdeista presente en los sectores dominantes de la sociedad de la época. Quizá por ello obtuvo la máxima calificación administrativa y, tres años después, fue continuada con La familia y uno más.
JOSÉ LUIS LÓPEZ VÁZQUEZ Y JOSÉ ISBERT, PADRINO Y ABUELO DE LA FAMILIA
Es, sin duda, una película de actores. El modélico matrimonio, pilar donde se sujetaba la gran familia que proponía Pasó, que reflejaba a la vieja España de proliferación de familias numerosas y a la del conocido fenómeno sesentero denominado «baby boom», recayó en los sólidos hombros de Alberto Closas y Ámparo Soler Leal. Uno de los personajes que más hondo caló fue el del simpático tío soltero dispuesto siempre a echar una mano, siempre al rescate de la gran familia y al que una y otra vez le ocurrían toda clase de desgracias. Un papel al pelo para un actor que, por cierto, pasó algo de miedo cuando los niños tenían que prenderle fuego en una de las escenas.
María José Alfonso, con 22 años, hizo su debut en esta película al igual que el travieso Críspulo interpretado por Pedro Mari Sánchez.
El modélico matrimonio, pilar donde se sujetaba la gran familia que proponía Masó, que reflejaba a la vieja España de proliferación de familias numerosas y a la del conocido fenómeno sesentero denominado «baby boom», recayó en los sólidos hombros de Alberto Closas y Ámparo Soler Leal. Es preciso mencionar que el largometraje fue declarado de ‘interés nacional’, reconocimiento creado en 1944 por el Servicio Nacional de Propaganda. De entre los objetivos más importantes de tal institución destacaba revitalizar el cine español a la vez que propagar la ideología del Régimen. La película puede entenderse como un símbolo que refleja la propuesta de progreso de una España que ha abrazado el futuro del desarrollismo frente al estancamiento de la autarquía. Según Carmen Cortés Salinas: «A pesar del edulcoramiento y el optimismo de la historia, La gran familia proporciona datos testimoniales valiosos para la reconstrucción de la forma de vida de los ciudadanos del desarrollo: la venta a plazos, las facilidades que la ciudad otorga para el estudio, que se presenta como vía de promoción social, la llegada de la televisión a los hogares, las vacaciones en la playa facilitadas por los programas de Educación y Descanso».
La mayor parte de la crítica coincide a la hora de definir el ‘edulcoramiento’ de la película como una representación ajena a las circunstancias de los españoles, algo con lo que incluso la propia censura estuvo de acuerdo según el informe que en su día le dedicó a la película de Palacios. Una de las críticas más severas es la que hace Sally Faulkner, quien, además de resaltar el papel propagandístico de la película, afirma que el visionado de la misma de alguna manera se asemeja al de un NO-DO de más de hora y media de duración. El padre es el representante de la estructura familiar en el espacio público mientras que el papel de la madre es la procreación y la organización del espacio doméstico. Los hijos, por su parte, tienen el deber de obedecer y respetar a sus progenitores. En cuanto al posicionamiento del grupo ante las adversidades, este debe ser optimista — como ocurre cuando el padre pierde su empleo — o de una mezcla de mano dura y comprensión — características asignadas al padre y la madre, respectivamente — como en el caso del castigo y posterior perdón — causado por el motín de los quince hijos y el abuelo — ante los deficientes resultados académicos de uno de los hijos. Finalmente, la recompensa del grupo es doble. Por un lado el espectador se encuentra con una familia unida que vive en armonía, y por otro existe una recompensa material, propia de la clase media, que se identifica con la llegada a la casa de su primer receptor de televisión o el disfrute de unas vacaciones en la playa. La creación de un modelo familiar de este tipo, tan ejemplar como ajeno a la realidad, cumple, por tanto, un doble objetivo de servir de modelo a la vez que tachar de disfuncional cualquier estructura que se aleje de lo propuesto, relegándolo a un espacio ausente y marginal.